Dermatitis

De pequeña tenía dermatitis atópica, y había pocos placeres comparables a rascarme la piel hasta que sangrara, lo tenía terminalmente prohibido, porque llegaba a dejarme marcas considerables en todas las articulaciones, tenía que hacerlo a escondidas, si mi madre me veía enseguida me agarraba las manos y ponía todos los remedios que conocía para calmarme, aún así, no había placer comparable a rascarme... Aún sigo rascándome para aliviarme el dolor, parece que haya conservado la manía y aunque mi piel ya goce de "salud" sigo rascando aquello que duele para tratar de encontrar la paz.